El artificio de la escritura / The artifice of writing


lunes, 14 de abril de 2008

El ritual de la escritura

No es siempre fácil mantener una pro-
mesa. Así, se han pasado los días sin que yo haya podido ingresar algo nuevo en este blog. Y no se diga que he estado tan ocupa-
do, como podría aducir para justificarme o
disculparme del olvido.

Trata este sitio de la escritura y es precisamente un asunto relacionado con la escritura el que explica la falta de entradas nuevas en varios días. En inglés se usa la expresión "writer's block" para referirse a esa obstrucción de la palabra escrita y explicarla como algo fuera del control del que escribe, o, para ser más exactos, del que no lo hace. Algunos hablan de
falta de inspiración o pereza. Yo diría que llámese como se llame, el dejar de escribir cuando se espera hacerlo es un fenómeno en el que se confunden varias cuestiones: la duda y cierta desgana producida por ésta constituyen, a mi parecer, fuerzas nada despreciables que atan las manos del escritor, por no decir nada de su espíritu.

Escribir es una actividad de tan complicada motivación que es casi imposible determinar cómo y por qué en un momento dado las palabras se hacen posibles y se prestan lindamente a que se las use y, al poco, se muestran decididamente contrarias a colaborar. Se vuelven esquivas. No hay manera de obligarlas a nada. Así, ahora mismo, las encuentro esperándome en silencio y sumisas a que las ponga aquí para que otros las lean y las entiendan. Se me ofrecen sin demasiadas condiciones. Hasta hace poco, sin embargo, se negaban a darme nada. Obstinadas en su escondite, me tenían a la espera.

Admito que parte del problema en mi caso se debe a mi dificultosa relación con el computador y sus prodigiosas capacidades para moverse en la maraña del mundo cibernético. Si se tratara de usar la pluma, puedo asegurar a quien quiera creerme que la reticencia y el pudor que las palabras me muestran desde el teclado no se producirían. Muy por el contrario: la pluma las hace venir apresuradas al papel por no quedarse atrás y se las ve formarse lindamente en la caligrafía personal, ufanas de sí mismas y sus caprichosas ocurrencias.

Hay mucho de ritual en esto de escribir. Quienes nos iniciamos en el antiguo modo de la pluma fuente y el papel de escribir, anterior al modo más descuidado de los bolígrafos desechables y el papel poroso que no aguanta tintas líquidas, necesitamos para escribir a gusto y efectivamente del acto físico de inclinarse, pluma en mano, a mirar cómo al susurro de la plumilla sobre la hoja en blanco van saliendo de la nada los garabatos veloces, apresurados, de una caligrafía que cambia según el momento y el estado de ánimo. Es ese gesticular del rito habitual parte esencial del escribir. Redactar esta nota sentado frente al computador y su nervioso parpadear de cíclope electrónico es otro asunto muy diferente.

jueves, 3 de abril de 2008

An Image of Infinity


While confronting the multiplicity and seemingly endless amount of information available in the internet I had a flashback of the moment when as a teenager I read, many years ago, a passage from the novel Of Time and the River, by Thomas Wolfe, a writer particularly sensitive to chaotic proliferation and the vastness and variety of reality. In his prolific vehement prose Wolfe communicates the overwhelming feeling of limitation a person feels in front of life’s plurality. Particularly poignant and of interest to those of us who feel the awe of infinity in front of the computer screen is the passage in the novel in which the young character feels a similar sense of limitation among the innumerable books in stacks of the university library.

"Now he would prowl the stacks of the library at night, pulling books out of a thousand shelves and reading in them like a madman. The thought of these vast stacks of books would drive him mad: the more he read, the less he seemed to know--the greater the number of the books he read, the greater the immense uncountable number of those which he could never read would seem to be. . . Yet this terrific orgy of the books brought him no comfort, peace, or wisdom of the mind and heart. Instead, his fury and dispair increased from what they fed upon, his hunger mounted with the food it ate."

Thomas Wolfe. Of Time and the River (New York: Charles Scribner's Sons, 1935) 91