El artificio de la escritura / The artifice of writing


lunes, 23 de junio de 2008

Lengua franca

Está uno tan habituado al uso de la lengua que rara vez se admira de su compleja maravilla y del humanísimo fenómeno de la comunicación. Es frente a la lengua desconocida y su sistema incomprensible que se comprende con todo su pasmoso asombro la naturaleza misteriosa de la palabra.

Tal vez por esto manejar más de un idioma ha sido siempre una virtud admirable o temida y una práctica recomendable en algunos casos y en muchos otros, peligrosa. Los pueblos has temido la lengua ajena y han buscado el milagro de la comunicación universal en la lengua franca, una lengua de todos y de nadie, forma híbrida y vital para el intercambio oportuno y ecualizador propio de las gentes prácticas, ajenas a todo prejuicio y dogma contrarios al quehacer efectivo.

Puede esperarse que al ámbito universal de la red corresponda una lengua franca de hibridación no sólo verbal, una lengua del futuro ya en pleno proceso generativo. A la misma vez que se van tanteando en el espacio cibernético las modalidades de una comunicabilidad sin fronteras, la red presenta una babel políglota que hace de toda lengua un instrumento comunicativo accesible a quien quiera usarla. Esto es algo que nunca se tuvo tan fácilmente hasta ahora.

La existencia de una legua franca entre muchas lenguas diferentes parece la situación perfecta para el universo aparentemente infinito de la Internet. Mientras por una parte se mantiene la integridad del decir propio y peculiar de una variedad de grupos culturales, por otra se le facilita a todos la comunicación general en un plano de universalidad que, con el tiempo, tendría que irse haciendo cada vez más inclusivo y menos distintivo de un grupo en particular.

sábado, 21 de junio de 2008

Botellas en el mar


He estado pensando instalarle un contador a este blog, aunque no creo que lo necesite porque me temo que no haya mucho que contar. Aun así, veo en este instrumento una oportunidad para escribir regularmente para que otros me lean.

Me siento, sin embargo, como el proverbial rebelde que, abandonado por su capitán en una isla desconocida, no deja en su soledad de creer en la necesidad de escribir y, día a día, con un palo afilado con especial cuidado y trabajo, escribe en la arena de la playa que el mar a golpes de ola le vuelve tersa como un papel en blanco.

Y escribe y escribe bajo el sol porque al bajar la marea las palmas sombra se alejan de la playa. Escribe enceguecido de resolana en la arena coruscante que lo encandila, que le quema los ojos y les justifica el lagrimeo.

Y a la siesta, cuando se aduerme a la sombra susurrante de las suaves palmas, el mar lame sus palabras grabadas en la arena y se las lleva consigo transformadas en roncos bramidos de agua, vueltas jeroglíficos de espuma al viento. Y el abandonado sueña con botellas de licor flotando en el mar con mensajes empapados en el multicolor de los alcoholes.

Flotan sin rumbo alguno en las olas. No hay nadie que las vea y las cuente, nadie que las arranque de las tripas de un tiburón o del cofre inmenso de Moby Dick, la ballena blanca.

Escritura, cine y red


El cine, arte audiovisual, depende en gran medida del lenguaje escrito. Aunque una película se conciba como imágenes, para poder llevar a cabo la filmación se hace imprescindible la escritura: el guión. No hay historia sin palabras, ni podría la cámara moverse ni desarrollarse la acción fílmica sin un texto que las dirija. Toda película se engendra como literatura. Antes de la imagen filmada está la palabra que la narra. El arte de escribir está íntimamente ligado al cine. Al comentar una película se hacen innumerables referencias no a lo visual de la misma como a lo que constituye su esencia literaria. Por lo mismo, contrario a lo que se podría pensar al suponer que son más los espectadores que los lectorescon el cine, la literatura no perdió nada. Ganó un género más, parecido al dramático.

Si el cine le arrebató público a la literatura es discutible. Lo cierto es que les añadió a los lectores un nuevo placer estético e intelectual; y a los escritores les abrió un nuevo campo de producción y creatividad. Con el cine las letras se enriquecieron y encontraron en el cine amplia oportunidad para desarrollarse y transformarse. La simbiosis producida al encontrarse literatura y cine ha conseguido grandes logros estéticos y seguirá generando novedades y perfecciones para el goce de millones de lectores y espectadores. Centenares de escritores seguirán encontrando es esa relación y dependencia la oportunidad de llevar a cabo una obra. No es sólo en la palabra impresa donde se da la obra literaria.

Queda por ver ahora qué caminos nuevos y diferentes que la red le ofrece a la literatura llevarán a nuevas soluciones y nuevos modos de ser escritor. Las posibilidades son infinitas, como se puede ver ya en la variedad y riqueza de los materiales y técnicas que el internet provee. Temer que la técnica vaya a menoscabar los logros de la literatura es temer lo imposible. El lenguaje escrito, usado estéticamente, no puede sino salir ganando de los avances técnicos. Tiene por delante un sinfín de posibilidades: el infinito de la creatividad. Dependerá de la imaginación y habilidad técnica de los escritores, así como de sus capacidades creativas e intelectuales el que la literatura haga de la red, como hizo del cine, una renovadora forma de manifestarse. Nada puede perder, sólo ganar nuevas técnicas y nuevos logros.

martes, 17 de junio de 2008

Las películas dan de qué hablar


Lo normal es que cuando uno va al cine necesite conversar con alguien de la película que acaba de ver, especialmente si es una que le haya producido a uno alguna reacción. Así me sucede con Sangre mi sangre, que también lleva el título de Padre nuestro, con el que ganó premio en el festival Sundance.
No puedo decir que sea una plícula agradable de ver porque tanto la historia como la fotografía están dirigidas a crear una visión negra del mundo de la inmigración clandestina. Desde un comienzo la cámara ofrece un escenario gris, inaugurando el tono general del film, que es el de lo incoloro, lo oscuro, lo sombrío. Consigue muy bien su objetivo y lo pone a uno en un estado de incertidumbre, incomodidad e incluso desagrado.
La historia es convincente y dramática en su simplicidad. La juventud de los protagonistas subraya lo patético del mundo representado. La figura del padre, de una doliente humanidad, sólo viene a rematar la desesperanza que la situación propone. Admitiendo que en bien del efecto dramático se esquematiza un tanto los opuestos del bien y el mal, o más bien del cinismo de la sobreviviencia y la ingenuidad de la ignorancia juvenil, se puede seguir la historia sin mayores dudas sobre su veracidad.
El final, sin embargo, resulta completamente incomprensible y se lo entiende como una fórmula de conclusión mal aplicada. Es una lástima que no se haya pensado en una forma más realista de darle fin a la historia, tal vez de un modo no tan melodramático y por lo mismo más convincente. Al cerrarse la película de una manera tan torturada se siente caer el aura de credibilidad que hasta ese momento hacía intensa la experiencia narrativa y el film entero se desmorona y aparece como demasiado obvio, incluso exageradamente pesimista.
Una buena anécdota cainita de profunda veracidad psicológica se debilita por querer darle un final que la historia no propone por sí misma.
Aun así, Sangre de mi sangre tiene el peso de una obra cabal y toca hábilmente un aspecto íntimo de la emigración de los desposeídos: el de la familia desmembrada, el desarraigo de la ausencia paterna y la violencia contra la propia sangre frente a la desesperada necesidad de sobrevivir.

lunes, 16 de junio de 2008


Cuando, instado por Eduardo Valenzuela, un verdadero entusiasta de las formas de comunicación electrónicas, inicié este blog hace algunos meses, no sabía bien por qué lo hacía ni qué iba a escribir en él. Pensando precisamente en qué podía hacer con este nuevo instrumento que me había caído tan lindamente en las manos, me encontré averiguando qué era exactamente un blog, cuáles sus objetivos y sus técnicas. Dí así con la idea de dedicar el mío a comentarios sobre la escritura. Después de todo el blog es en esencia una manifestación muy al día de ese antiquísimo e insuperable método de comunicación entre los humanos y entre éstos y su pretendida y pretenciosa trascendencia.

Como escribir es un arte que requiere cierto nivel de invención y técnica, incluso de mitificación y fantasía, con no poco de malabarismo verbal, pensé que el título adecuado a mis elucubraciones y notas que vendrían debía ser “El artificio de la escritura”, frase que en inglés (porque, naturalmente, el blog se convirtió en bilingüe al poco de iniciado) tiene exacta equivalencia.

Al decidirme por tal tema dejé de lado, sin pretenderlo, un aspecto que me parece esencial al instrumento: su carácter de bitácora, es decir de “log” o diario de navegación.

Quisiera en adelante añadirle a este blog ese carácter de documento en permanente y periódica creación, al modo de los viejos dietarios medievales, o próximo a los más íntimos diarios de la modernidad. Trataré de hacerlo sin caer en el anecdotismo personal sino buscando compartir con quien lea estas entradas mis observaciones no sólo sobre el escribir, sino sobre todo lo que un escritor necesita tener en cuenta si quiere escribir de veras.

En otras palabras, que me atribuyo ahora, sin el más mínimo gesto de humildad, el derecho a poner aquí cuanta idea me venga a la cabeza y me parezca digna de comunicarse o comentarse, al menos con otros, como válida para alguien que pretende cumplir con los deberes autoasumidos del escritor.

martes, 10 de junio de 2008

Libros y más libros

Ante el creciente aumento de programas y aparatos destinados a hacer un mejor uso de la tecnología, se podría pensar que el libro se bate en retirada y sus días están contados, como los de algunas de esas delicadísimas e insustituíbles especies vivas que el progreso va convirtiendo en fantasmas de un pasado que muchos idealizan como mejor que este complicadísimo presente en que nos debatimos entre la maravilla y la desesperanza.

Bellísimos objetos, los libros no desparecerán tan fácilmente ni tan pronto. Vaticinamos esto los convencidos de la utilidad del libro como objeto, es decir como forma de comunicar información, diferente a esta forma, también excelente, del sistema electrónico. A cada cual, libro y textos digital, le corresponde una función y un lugar en el mundo de las letras, las ciencias, el arte, la comunicación.

A la belleza y variedad del libro, así como a su facilidad de manejo, no las substituye ninguna otra forma. Las revistas y periódicos son variedades del mismo sistema y dan el mismo gusto al tomarlos y llevarlos de un lado a otro como material de lectura. Un buen sillón o una grata sombra bajo un árbol se complementan estupendamente con un libro y no se puede negar que un anaquel bien surtido decora muy bien una habitación y apaga los ecos y ruidos de la modernidad.

Si sólo por razones estéticas, el libro seguirá existiendo junto a las múltiples formas de publicación que la tecnología seguirá generando en el futuro. Va llegando el día cuando leer a un autor en un libro hará de la experiencia un redoblado placer: placer intelectual del texto y placer estético y arqueológico de usar un objeto de larga y prestigiada tradición que lo perpetúa. Leer un libro será, si no lo ha sido desde siempre, como beber de un vino recuperado del pasado y delicioso por su edad y por lo que evoca.

El libro, el material impreso, no es una especie en extinción. Todo lo contrario, vive más significativamente que nunca y se multiplica prolíficamente para gozo de la humanidad.







sábado, 7 de junio de 2008

Some rambling digressions

“By my rambling digressions –writes Benjamin Franklin in his Autobiography—I perceive myself to be grown old. I us’d to write more methodically. But one does not dress for private company as for a publick ball. ’T is perhaps only negligence.” An appropriate commentary for the type of writing one does for a blog. A writing loosely similar to the quick note taken on a piece of paper for a later reference, or the kind of direct comment sent to a friend by e-mail, only not completely free from good grammar and fully developed sentences. Franklin is talking about the freedom of writing naturally, following the vagaries of the mind engrossed in the pleasure of thinking or musing about a variety of subjects dear to it. It is the negligence that matters in this act, the naturalness of a simple act, that of putting in writing for the entertainment of others ideas, observations, memories and any sort of information that deserves some consideration.

We all like to communicate with each other, to feel part of a community of individuals who have in common this desire for verbal exchange. We all feel the need to write, to be read, to contribute to the common discourse a point of view, a story, a feeling, some personal words, and to be answered, to be acknowledged as a member of the clan. Old people, as Franklin suggests, are even more inclined to communicating, as if the many experiences of a life were overflowing their minds and memories demanded remembrance.

The internet, with the many opportunities to express one’s views, is an impressive proof of the strong need for individuals to communicate with others, fiend or foe. It is also an example of the almost infinite number of people and their messages darting in all directions in search of a reader. We are all of us writing our “rambling digressions” in the hope of being read, our voices confused with all other voices in the ever growing realm of the digital public market square. This is no place for the agoraphobic.