Fobia digital
No deja uno nunca de aprender y olvidar, más aun si se trata del internet. Para alguien que se formó en la hoy casi inconcbible era de la precomputación, las capacidades y funciones del computador y de la red resultan pasmosamente complicadas e idescifrables. Hasta que no se le pierde el miedo al aparato y a todo a lo que con él se accede, el uso del computador es motivo de nerviosismos, tensiones y, lo que es peor, frustrantes pataletas de impotencia. Darse cuenta de las posibilidades infinitas que la tecnología ofrece y no poder hacer uso de ellas, a causa de ese pavor de crear un caos inextricable al apretar la tecla equivocada u optar por la selección inadecuada, crea un deprimente sentido de incompetencia que aumenta en la medida que aumentan las nuevas oportunidades y opciones tecnológicas. Al cabo de tanto errar y tanto vacilar se produce la fobia digital, el temor insuperable a enfrentarse a la coruscante pantalla y su teclado, consola de comando de una nave lanzada al vacío.
Todo está en tratar de usar lo que el sistema ofrece, no siempre con perfecta claridad para el que no se atreve todavía a navegar arriesgadamente. Pero el afectado de esa fobia incontrolable ni tratar puede. Y en su limitación se duele de un mal que no parece tener remedio.
Algo se logra, a pesar de todo, si poco a poco el temeroso se arriesga y se vuelve temerario al punto de atreverse a dar pasos en direcciones desconocidas. Por lo general, o más bien siempre, el riesgo es mínimo y los resultados dan máxima satisfacción. Maravilla de la maravilla, la tecnología cumple, cada vez mejor, sus objetivos y el anticuado esgrimidor de plumas y portador de papeles se siente trasportado a una realidad que jamás creó posible, aunque soñara en sus días de engorrosa maquinilla de escribir mecánica con la entonces inverosímil máquina que escribiera sola.
No escribe por sí mismo el computador, pero no está lejos de hacerlo en cuanto facilita enormemente el esfuerzo de escribir y completar un texto publicable. Y el blog ofrece una inmediatez de comunicación que no se tenía antes. Inmediatez que relaja el estilo y hace del escribir un acto casi natural, como el conversar o el tanto más natural hablar a solas. Si solo la fobial digital no estuviera en medio complicando las cosas.