El artificio de la escritura / The artifice of writing


lunes, 28 de enero de 2013

Insomnio

















Dormir—dice Heine—es bueno, la muerte es mejor, y aun mejor—añade—es no haber nacido: Gut ist der Schlaf, der Tod ist besser/freilich
Das beste wäre, nie geboren sein” (“Morpine”).


Lo mismo, más o menos, dice Darío cuando en “Lo fatal” exclama su envidia de lo inanimado: “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo y más la piedra dura porque ésa ya no siente.” 

Sobria dolor del poeta frente a la nada. 

Contradictoriamente y abrasados de poética vitalidad, Darío exalta en toda su obra el arte de vivir gozosamente y el alemán rechaza la muerte y canta a la vida en los últimos versos de “Mein Tag war helter”: "o Gott! wie häßlich bitter ist das Sterben!/ O Gott! wie süß und traulich läßt sich leben/In diesem traulich süßen Erdenneste!"(¡Oh Dios, qué profundamente amargo es morir!/ ¡Oh Dios, qué dulce e íntimo vivir/ en este íntimo y dulce nido terrenal!)

jueves, 24 de enero de 2013

De vuelta


Para mi sorpresa compruebo que, contra lo que creía, no he subido ninguna entrada a esta bitácora personal desde el 9 de diciembre del año pasado. Sí, parece absurdo decirlo, pero fue el año pasado cuando escibí--¿fui yo el que lo hizo, el yo que soy ahora?--aquello del "poder absoluto de un grupo dominante y la miserable esclavitud de la gran mayoría" que ahora me parece escrito por alguien que vagamente recuerdo haber conocido alguna vez.

Entre entonces y ahora han sucedido para mí cincuenta y tantos días y sus noches, algunas desgastadas en el semi sueño del duermevela o el desvelo. Noches de diciembre que la gente insiste en convertir en ritualísticas festividades a la fuerza y que algnos preferimos ignorar a cambio de pasar en paz. a solas, sin las exigencias de la alegría obligatoria y sus brindis, abrazos y uvas atragantadas en el deseo de lo que se sabe no habrá de darse nunca.

Días de vuelos en la alfombra mágica más allá de toda realidad.



Días de viaje en auto a través de medio continente. Días de apartada vida interior en la tibieza de la cabina apenas conectada con el mundo por el rumor monótono del motor, las ruedas sobre la carretera, el viento contra la forma relativamente aerodinámica del auto en movimiento: auto avanzando millas y minutos, devolviéndose al espacio del ayer. 



Reencuentro y luego el regreso, lento, moroso, de caminos menores y sus pueblos casi en ruinas. 

Viaje que, como todo viaje, trastorna mapas y calendarios. 

Incomprensible paisaje del espacio que parece inmutable bajo el arco del tiempo y su insistente relojería de hábitos. Espacio presente y único; ausentes espacios que el recuerdo, la imaginación y el deseo insisten--contra toda posibilidad--en mantener que existen. 

Curiosa confusión el tiempo: enredo de la memoria y la experiencia inmediata que se afana en poner al frente, como zanahoria estimulante, el futuro, es decir esa abstracción que, en verdad sea dicha, no es más que una imaginación presente, y tan presente, que domina con su insistencia la experiencia del instante, de cada instante de conciencia. 

Y he aquí que estamos ahora, hoy, en este preciso momento que ya pasa, frente a la pantalla del computador entretejiendo lo inasible.