Filosofía y ocio
Debió nacer del ocio la filosofía o más bien del aburrimiento del ocioso inteligente, insatisfecho.
Tal vez haya que aburrirse para filosofar, para imaginar y crear.
El ocupado, ya por las exigencias del diario subsistir, ya por el pasatiempo y el escapismo, no tiene tiempo para pensar sino sólo apresuradamente.
Es el aburrido, el que no tiene nada que hacer, quien se sumerge en las aguas---no siempre traslúcidas ni calmas---del pensamiento.
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