El artificio de la escritura / The artifice of writing


lunes, 27 de octubre de 2025

Una taza de té



Deja la pluma sobre el papel en que escribía y se levanta a prepararse una segunda taza de té, que debiera ser la última del día. Lo hace preguntándose—no puede evitarlo—qué sentido tiene esto de estarse toda la tarde encerrado en su escritorio, pluma en mano y mascullando lo que más o menos llega a texto y lo mucho que no alcanza a quedar escrito. 

Décadas lleva haciéndolo y hoy no puede todavía decir lo que este ejercicio significa, como no lo habrá podido decir—ya no recuerda—cuando lo adoptó espontáneamente, sin saber por qué lo hacía y qué estaba haciendo. 

Lo que no olvida es la grata sensación que le produjo el correr de la pluma al escribir lo que no era su tarea escolar para esa semana y todas las siguientes.

Echa de menos ese yo suyo de entonces, que tal vez no haya sido ni mejor ni más feliz de lo que pueda ser su yo de ahora.

El agua toma tiempo en hervir.

Pero no puede sino imaginarlo, evocarlo, incluso, como mejor, mucho mejor que él mismo, aunque entonces se sintiera tan o más imperfecto de lo que se siente y se sabe en este instante.

Huele bien el té al abrir el tarro para poner un poco en la tetera.

Honda llaga la de la imperfección impotente: ni con el paso de los años cierra. Y porque no cierra ni cerrará jamás, mejor sería no tocarla y dejarla estar. Lo que no se puede resolver se ignora.

Con el vapor del agua hirviendo asciende desde la tetera el aroma de la infusión.

Sabe y acepta que aunque escriba todos los días y a toda hora no va a dar jamás con el escrito que justifique y le dé sentido a su dedicación y su esfuerzo. Muy pocos son los que reciben esa dicha, si alguno de veras la alcanza.

Vuelve a su escritorio, la taza de té en la mano, como si llevara a un altar el pebetero de ámbar encendido. 







No hay comentarios: